Desde el punto de vista de la salud pública, la economía es sólo una más de las disciplinas que analizan los problemas de salud y atención médica; específicamente como un método analítico. A esta aplicación se le conoce como economía de la salud, que en palabras simples no es otra cosa que aplicar los principios propios de las ciencias económicas en el contexto de la salud y cuidados del paciente.

Como lo expresaron Morris, Devlin Parkin y Spencer en 2012: “La economía de la salud es la aplicación de la teoría económica, los modelos y las técnicas empíricas al análisis de la toma de decisiones por parte de individuos, proveedores de atención médica y gobiernos con respecto a la salud y la atención médica.”

Si definimos la economía como en un popular libro de Begg, Fischer y Dornsbusch de 2005: “es el estudio de cómo la sociedad decide qué, cómo y para quién producir.”

Parece sencillo, pero si nos centramos en el término “producir”, tenemos que pensar que tanto los cuidados médicos como la salud en sí misma pueden ser un bien que se fabrica o se produce, y que para dicha producción se necesita el uso de recursos (materia prima y mano de obra) y un proceso donde éstos se transforman en bienes de consumo.

El resultado de este desarrollo podría ser una cantidad de atención médica de una calidad determinada que se brinda a la población, donde los recursos necesarios pueden dividirse en: el personal sanitario como mano de obra, equipos y edificios como capital, e insumos médicos como parte de la materia prima para producir; entrando en juego en este punto, una observación clave para la economía: el conocimiento que los recursos son limitados en cantidad a lo largo del tiempo, pero que no hay límite conocido en la cantidad de productos que se desea, lo que actúa como la fuerza motriz fundamental de esta actividad económica, y explica por qué la salud y la atención médica pueden y deben considerarse como otros bienes.

Esta última consideración, conocida como el problema de la escasez de recursos, significa que se deben tomar decisiones sobre qué bienes se producen, cómo se van a producir y quién los consumirá. Otra forma de verlo es que no se pueden tener todos los bienes que se quieren y, al elegir cuáles de éstos tendremos, habrá que cambiar un bien por otro.

La atención médica entonces es un bien económico: primero, porque los recursos utilizados para proporcionarla son limitados y sólo se puede crear más de esta atención si se desvían recursos de otros usos; y, en segundo lugar, debido a que existe una demanda de este bien por parte de la sociedad sin límites claros conocidos.

La problemática principal de este bien de consumo es que en muchos países del mundo no hay suficientes recursos para abastecer la demanda (necesidades y deseos) de atención médica de los ciudadanos; siendo el objetivo principal de todo sistema nacional de salud anteponer las necesidades a los deseos y tratar de definir los límites para las primeras para poder continuar dando servicio a la demanda total.

De todo esto, la importancia de tener muy en cuenta la sostenibilidad de los sistemas nacionales de salud pública y el enfoque que se le busca dar desde la teoría de la economía de la salud.

Carlos Chavolla, Ingeniero Biomédico

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