Tú, que trabajas con pacientes que muestran su vulnerabilidad, ¿sabes cuál es la tuya?
Como sanitaria he sentido muchas veces la vulnerabilidad de mis compañeros y de los pacientes, incluso he mostrado la mía cuando ha sido necesario. Saberla mostrar para liberar mis emociones, me ha resultado más beneficiosa de lo esperado. Tenía un concepto equivocado sobre la vulnerabilidad. Yo pensaba que no era bueno exponerla, que me tenía que manifestar fuerte para no enseñar mis debilidades, pero estaba totalmente equivocada.
Sentirse vulnerable ante la propia enfermedad y demostrarlo, es como sentirte desnudo y en definitiva desprotegido.
Hay situaciones en las que se hace inevitable mostrarse vulnerable. No se pueden esconder. Son situaciones que vivimos con regularidad en nuestro trabajo, que consumen mucha energía mental y física. Da lo mismo quién esté frente al enfermo cuando esto sucede. Puedes ser tú o un compañero del equipo. Es algo que no se puede controlar, sucede y hay que saber gestionarlo. Nosotros como profesionales debemos sacar nuestra parte más humana, todas nuestras habilidades para acompañar al paciente en este momento tan delicado, carente de recursos, aparentemente, para salir de una situación traumática que está pasando momentáneamente y que puede tomar diferentes caminos. El acompañamiento de una manera positiva, hará que la evolución de la misma tenga un resultado exitoso. Eso es algo esencial en nuestra profesión.
Siendo profesional de la sanidad y consciente de lo arriba mencionado y de cómo tocamos las emociones en los pacientes y con nosotros mismos, me ha hecho saber tratarlas y vivir mi trabajo como algo auténtico y vocacional.
Sabemos que las enfermedades están ligadas en gran medida a las emociones y hay que aprender a detectarlas, tanto en los pacientes como en nosotros mismos, como sanitarios. Es una labor que ayuda, por un lado, a la mejora del enfermo y por otro lado, a nuestro propio crecimiento profesional. De las emociones pasamos a los sentimientos. De ahí, la importancia de potenciar este área.

¿Sabes gestionar tus emociones?
Yo he aprendido hacerlo con herramientas del crecimiento personal. Saber parar a tiempo y utilizarlas, me han aportado grandes beneficios personales y profesionales.
El estudio realizado por la investigadora Bárbara Fredrickson, centrada específicamente en las emociones positivas y en su valor adaptativo ha planteado la teoría abierta de las emociones positivas, que sostiene que emociones como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción, el orgullo y la complacencia… comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamiento y sentimientos de acción de las personas para construir reservas de recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para hacer frente a los momentos de crisis. Un factor a tener en cuenta en nuestro trabajo y vida diaria.
Sabemos que en nuestra profesión las crisis por ansiedad se viven con mucha frecuencia y nosotros como sanitarios debemos gestionarlas de una manera neutral. La importancia de la gestión en tanto en los momentos de ansiedad de los pacientes, como en los nuestros, para ofrecerles nuestra mejor versión, profesional y humana, es algo esencial en nuestro día a día. Dado que en muchos casos, los enfermos desconocen el proceso evolutivo de su patología, es muy importante que los profesionales estemos suficientemente cualificados en este área, para acompañarlos en la evolución de la misma.
Respirar profundamente y parar el tiempo suficiente para coger un ritmo normalizado, contribuirá a la mejora de esta crisis.
La vulnerabilidad, las emociones y la ansiedad que vivimos en esta profesión tan bonita como comprometida, también hace que suframos de niveles de estrés muy altos. Un estrés, que debemos saber detectarlo a tiempo, para que de una manera positiva no lleguemos a otros niveles superiores, como puede ser la depresión.
Estar presente en nuestros estados emocionales, tanto mentales como físicos y tomando conciencia de qué está sucediendo, ayudará a que tomemos acción sobre ellos.
En septiembre del 2020 la revista redacción médica, comentó que el 80% de los sanitarios sufren de estrés y el 40% de cansancio emocional además, el 44% de los pacientes hospitalizados por covid-19 padece algún síntoma psiquiátrico.
Estos datos son para tenerlos en cuenta. De ahí la importancia de saber cómo es uno emocionalmente y cómo tenemos que solventar estos estados emocionales de los pacientes y compañeros. Ya no solo para nuestros trabajos, sino para relacionarnos con nuestras amistades, familias e hijos y saber entenderlos mejor.
El formarme como Coach, me ha servido en gran medida para desarrollar mi trabajo individual y de equipo de una manera más efectiva, utilizando las herramientas adecuadas. El conocerme a mí misma, ha hecho poder entender a la persona que tengo en frente. Y como sanitarios y teniendo pacientes que cuidar y curar, es importante que los tratemos consecuentemente, porque para ellos somos mucho más que una profesión. No olvidemos que tratamos con personas como nosotros. Primero tenemos que saber cómo somos en realidad nosotros, para poder dar nuestra mejor versión, tomando conciencia de nuestro comportamiento ante ellos y de los resultados que estamos generando para con ellos.
El Doctor en Quiropráctica Joe Dispenza, bioquímico y neurocientífico, sostiene que la mente acompañada de emociones elevadas como el amor, la alegría o el agradecimiento, puede curarnos. Los resultados que dan el utilizar el amor, la alegría y el agradecimiento, cara al paciente son muy beneficiosos.

¿Qué necesitan los pacientes, cuando están a la espera de los resultados de su enfermedad, al margen de que estos sean positivos o no?
Empatía, seguridad y confianza, junto con la generosidad de palabras en positivo que hay que saber elegir en cada momento.
La manera de saberlo hacer más auténtico, es sintiéndose uno mismo seguro y confiado. Esto, no solo se hace con las palabras, sino con el cuerpo, la mirada, las pausas que se hacen, en definitiva, empatizando con el paciente.
En nuestra profesión uno de los factores a tener en cuenta en el día a día, es la seguridad y confianza que debemos tener en nosotros. De la misma manera, se lo podemos transmitir a los pacientes. Es muy importante hacerlo, ya que cuando transmitimos algo de lo que estamos convencidos plenamente, podemos llegar más fácilmente que si pretendemos transmitir algo en lo que no creemos.
No debemos olvidar que también tratamos con los familiares o cuidadores de los pacientes. Transmitirles la información de manera positiva y con tranquilidad, aportando confianza y cariño en las palabras es esencial aún teniendo diagnósticos complicados.
¿Sabemos dejar al margen nuestras creencias?
Es posible que cada uno de nosotros podamos interpretar lo que está sufriendo el paciente de una manera particular, al margen de la enfermedad que esté padeciendo, debido a las creencias que tenemos cada uno. Estas creencias no deben afectar a la situación que está padeciendo el enfermo, de forma que, siendo lo más objetivos posibles, colaboremos para entender el momento que está sufriendo, de manera que el acompañamiento humano del profesional sea más objetivo, para que ellos se sientan comprendidos y acompañados.
Utilizando la empatía y con una mirada o gesto cálido, haremos que nuestro mapa mental y creencias queden al margen, donde nuestro principal papel es de acompañamiento profesional.
Reconocer con humildad que tenemos un área de mejora
El reconocimiento por parte de cada uno de nosotros de que siempre hay algún área de mejora en nuestra profesión a nivel individual, nos ayudará a empezar a hacer los cambios necesarios de una manera abierta y humilde. Si quieres empezar a descubrir qué es lo que está sucediendo dentro de ti…, por qué tienes esos pensamientos…, por qué te comportas de esta manera que no da los resultados que quieres o que simplemente ha llegado el momento de hacer cambios en uno mismo, no es tarde aún.
Te hace falta voluntad, compromiso y confianza para conseguirlo. Con nuevos hábitos y cambiando determinadas actitudes se puede conseguir. Y esto dará sus frutos. Para tener una actitud positiva en el día a día de nuestra profesión y así motivar a los miembros de nuestro equipo para que desde el buen ambiente se genere una mejor colaboración y en definitiva un mejor rendimiento.
Ya decía Sócrates, “Conócete a ti mismo”, lo que entendemos como al conocimiento del mundo interior del ser humano, sus sentimientos y emociones.
Si podemos tener la oportunidad de que las lágrimas de nuestros pacientes se conviertan en sonrisas, el dolor les dé la fuerza necesaria para seguir adelante en la recuperación y para que como profesionales sepamos que estamos desempeñando nuestra labor desde el buen hacer, dejaremos un efecto positivo entre todos aquellos con los que nos hemos relacionado a lo largo de cada día.
Te dejo con la siguiente reflexión:
Para querer ayudar a mejorar la salud de los demás, en primer lugar, deberás de saber cómo está la tuya, física y emocionalmente. Si conozco mis emociones, entiendo las tuyas